LA PÁGINA DE LOS CORREDORES

El récord nacional de maratón cumple 20 años, y contando...

El récord nacional de maratón cumple 20 años, y contando...

Llegó dos días antes, durmió en la casa de un amigo, corrió con otras tenis y rompió el récord nacional de maratón. Mañana se cumplirán 20 años de aquella magnífica carrera en la que José Luis Molina impuso la marca  de dos horas, trece minutos y veintitrés segundos en la maratón de Los Ángeles.

Durante los meses previos había entrenado entre 180 y 220 kilómetros por semana, el mayor volumen que había manejado hasta entonces.  Venía de correr un 2:18 en la Maratón de Chicago y sabía que podía bajar de 2:15 con una buena carrera. En ese momento el récord le pertenecía a otro grande del atletismo nacional, Ronald Lanzoni, con 2:14:33.

“En esa maratón se empezó a correr bastante fuerte desde el kilómetro 10. Como en el kilómetro 15 decidí reservarme un poco porque ninguno de los rivales iba a correr en 2:10, que era el paso que llevaban en ese momento”, recuerda Molina.

Al cumplir media maratón los líderes cronometraron 1:04:45 y le llevaban un minuto de ventaja al tico. Pero Molina había hecho su tarea y sabía que ninguno de los rivales aguantaría ese paso tan rápido.

“Tanto ellos como yo sabíamos que había dos conejos (atletas a los que se les paga para llevar determinado ritmo) que no sabíamos hasta donde iban a aguantar. Por el ritmo que se llevaba se retiraron en los kilómetros 21 y 25 cuando debían durar hasta el 30″, cuenta el atleta, que en ese entonces tenía 31 años.

Tal y como le pasó a los conejos el resto de líderes se fue quedando hasta que Molina los alcanzó de nuevo en el kilómetro 29. “Yo mantuve el paso al menos hasta el momento en que los capturé, ellos bajaron el ritmo un poco porque yo no hice ningún esfuerzo máximo para llegarles”, cuenta Molina, y agrega que “no quise pasarles cuando los cacé porque me tocaría el desgaste de los últimos 13 kilómetros solo a mí, entonces decidí quedarme con ellos”.

Y así se fueron, a un inclemente paso de 3:09 minutos por kilómetro, hasta que a falta de tres millas para la meta solo quedaban dos: Molina y el mexicano Alfredo Vigueras. Ambos protagonizarían un pique que terminaría con el gane del tico, nuevo récord costarricense y el cierre más apretado en la historia de la carrera: tres segundos de diferencia entre uno y otro.

“Yo quedé bastante satisfecho con esa maratón, aunque también corrí bien en Chicago (2:14:12) y en Boston (2:13:34), donde intenté romper mi marca pero  no pude”, cuenta Molina. Y nadie más ha podido. La marca de 2:13:23 sigue vigente como el récord costarricense y por el momento no se asoma ningún candidato que la amenace. “Es difícil saber cuándo se romperá mi récord, ¡se debió haber roto ya, imagínese que yo rompí ese récord el siglo pasado!” bromea.

Ganar esa carrera le dejó 15 mil dólares, un carro y el boleto directo a los Juegos Olímpicos de Atlanta ’96 como premio. Pero también le dejó varias ampollas de sangre y uñas malogradas. Dos semanas antes le habían robado todas sus tenis y solo le quedaron unas muy livianas que eran para correr 10k o menos. No le quedó otra opción que correr con ellas y sufrir mucho durante los últimos 12k.

Felicitamos a José Luis Molina por aquella excelente carrera y, aunque es un buen récord, esperamos que no pasen otros 20 años hasta que alguien lo rompa. El fondismo nacional debe despertar del largo sueño en el que está metido.

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