Se acerca quizás la época más difícil para los que luchan día a día contra la fuerza de los kilos, las panzas y demás efectos secundarios del buen comer. Diciembre es por excelencia el mes de los tamales, los postres, las fiestas, los traguitos y el jolgorio sin límites. Después de todo, es una época para disfrutar, no para andar restringiéndose comidas.
Y bueno, naturalmente, todo tiene sus consecuencias. Nutricionistas estiman que, en promedio, los costarricenses aumentan cuatro kilos en diciembre, y que estos normalmente no se pierden ni en enero ni en el resto del año nuevo. Por supuesto que tanto jolgorio alimenticio tampoco le hace ningún favor a nuestro rendimiento como corredores, y esa media maratón que planeábamos para el próximo año se puede ir alejando conforme los kilos suben.
Pero no se preocupe. Como todas las navidades, ahorita empiezan a aparecer un montón de dietas mágicas para que usted pueda saborear los tamalitos que quiera sin subir un gramo de peso. Y sale en el periódico que si toma más agua, que si el tamalito mide tantos centímetros o que si el rompope fue hecho con leche descremada y ron “light”. Luego saca usted la calculadora, hace las matemáticas respectivas y se da cuenta de que tiene derecho a tamal y medio, y ese medio sin cerdo, y agarre mucho.
Ante esta injusta situación (caramba, todos deberíamos tener derecho a disfrutar la comida en esta época del año, ¿no creen?) nos hemos dado a la tarea de diseñar una receta que le ahorra esas complejas alquimias nutricionales y no requiere de mucha matemática. Se la hemos resumido en 10 pasos sencillos:
¿Sencillo verdad? Esta receta ha sido aprobada por los más rigurosos estudios científicos y es respaldada por la más elemental ley del sentido común: todo lo que entra debe salir, y si no sale, se acumula. Lo que entra es, por supuesto, la comida, y el acto de hacerla ingresar es ejecutado por la mayoría de nosotros con asombroso talento. Lo que sale vendría a ser, pues, la misma comida, pero ya no en forma de tamal sino en forma de sudor y kilómetros recorridos. A tamal comido, kilómetro(s) corridos. No es tan complicado. En serio. No lo es. ¡A correr!